lunes, 12 de diciembre de 2011

Noches de verano

Las noches de verano eran ese candombe de mosquitos molestando; eran el olor a Raid que se tiraba para que esos mismos mosquitos candomberos no lo picaran;
Las noches de verano eran el cantar de los grillos y la luz de las luciérnagas; eran el ruido de la bomba que llevaba agua al tanque de la terraza;
Las noches de verano eran el zumbido de las paletas de acrílico rojo del viejo ventilador de pie; eran el tenue resplandor del tubo de la cocina ;
Las noches de verano eran incluso el mismo silencio de un barrio desierto que descansaba en horas de la madrugada...

Las noches de verano son el ruido de ascensores propios y ajenos subiendo y bajando incansablemente;
Las noches de verano son los zumbidos industriales y vacíos de los aires acondicionados de todo el edificio;


Las noches de veranos son el constante tráfico yendo por las grandes avenidas que nunca descansan sin importar la hora;
Las noches de verano son los balcones con macetas sin lugar para los grillos ni para las extintas luciérnagas;
Las noches de verano son hasta la desazón del abandono de aquellos mosquitos que no trabajan a grandes alturas y que han jubilado consecuentemente al legendario Raid.


domingo, 28 de agosto de 2011

Pensamientos

En medio del tráfico, avanzando a paso de hombre, rodeado de caras poco amistosas de conductores irritables que quieren pasar por sobre todo y sobre todos, de conductoras maquillándose frente al espejo retrovisor y de choferes escarbándose los mocos inescrupulosamente; el sujeto dijo con convicción:

- No me banco más ésto, mañana dejo el auto en casa y vengo al trabajo en tren.

En medio de cuatro personas, inmovilizado, transpirado, estrujado, respirando olores matinales ajenos, rodeado de caras poco amistosas de pasajeros irritables que no quieren llegar tarde al trabajo, de vendedores ambulantes gritando a viva voz y de guardas que no piden boleto; el mismo sujeto balbucea indignado:

- ¿Qué mierda estaba pensando para querer venir a trabajar en tren?

miércoles, 3 de agosto de 2011

La siesta*

El pasajero observa indignado como una mujer junto con su bebe, se las rebusca para esquivar el colectivo que el chofer ha detenido violentamente sobre la senda peatonal.
“¡Qué hijo de puta!” piensa sobre el conductor.
La luz del semáforo se pone en verde y el Mercedes 1114 arranca.

El colectivo avanza. A las pocas cuadras un joven se acerca hacia la puerta delantera e ignorando el prehistórico cartel: “DESCIENDA POR ATRAS”, le pide al chofer por la parada.
El pasajero, que todo lo observa, tiene ganas de pararse y tomar al pibe por la nuca, señalarle el cartel y decirle: “¿Acaso no sabés leer pendejo?”... pero la realidad es que las ganas se le esfuman cuando ve subir a una mujer embarazada y dirigirse en su dirección en busca del asiento que le pertenece por ley. Inmediatamente el pasajero desecha sus intenciones moralistas, apoya la cabeza sobre la ventana, cierra los ojos y simula una siesta.








*La Siesta: Obtuvo el tercer puesto del concurso de microrrelatos 2010 "El escritor errante".