jueves, 8 de julio de 2010

Feng shui

Sentada bajo la galería de una hermosa y suntuosa casa en una tarde de otoño, Alicia aguardaba la llegada de su vecina mientras Marta se dedicaba a los preparativos.
- Ya debe de estar por llegar…vos Martita, servinos el té y retirate.
Marta la miró.
- Sí, ya sé, te vas a perder la cara de Carmencita cuando vea mi jardín, pero vos no te preocupes que después yo te cuento…
De pronto se sintieron ruidos de pasos.
- Ahí viene Carmen… – le dijo Alicia en voz baja a Marta.
Carmen y Alicia eran dos particulares vecinas que vivían en el country La Marmota y que a pesar de sus sesenta y largos años, competían mutuamente por imponer nuevas tendencias dentro del mismo.
La Marmota había sido considerado por la revista Caretas, como uno de los barrios cerrados más exclusivos de la zona norte del gran Buenos Aires.

Tras servirle el té a la dueña de casa, Marta le ofreció a la invitada:
- ¿Señora?
- Sí, por favor...
Luego de llenar la segunda taza, la empleada se excusó y volvió a la cocina.
- ¡Te salió buena la doméstica! – comentó Carmen.
- Obvio, Martita es un amor. No sé que haría sin ella – Respondió Alicia. Luego tomó la taza por el asa y le dio un pequeño sorbo a la infusión.
- Mmmmmmmmm... éste té es mi debilidad. Me lo trajo Luján de London.
- Los sconcitos también están sabrosísimos.
- ¿Te gustan?
- Sí ¿De dónde son?
Alicia la miró dubitativa.
- ¿Te digo la verdad?...De la cocina...
- ¿De la cocina?
- Claro, los hizo Martita.
Las sexagenarias rompieron en carcajadas, carcajadas rígidas y celosas. Es que ninguna quería que la otra descubriera la arruga ajena.

Pasado el instante de risas, Carmen le dio un segundo sorbo al té, dejando al descubierto una férula ortopédica que llevaba puesta en la muñeca:
- ¿Pero que te pasó? – Preguntó con exageración Alicia.
- Catalina.
- ¡No te puedo creer!
- Sí, ya le dije al gordo que desde que la cambió de establo, está más nerviosa...
- ¡Qué cosa che! Yo por eso a Clementina la tengo en el Jockey club. Cuando empezaste equitación yo te lo dije…
- Sí, ya sé…pero bueno...- Tomó otro esconcito -... así que recién vengo de lo del Doctor Cordero, corriendo para no llegar tarde al té.
- ¡Ay Cordero! ¡Hace cuanto que no lo veo! ¿Cómo anda?
- Bien, sigue atendiendo en su consultorio, pero también está en el hospital…
- ¿Sigue con eso?
- Si supieras las cosas horrorosas que tiene que ver todos los días. ¿Vos sabías que vienen peruanos y paraguayos a la Argentina solo para hacerse operaciones que son costosísimas en sus países y que aquí les sale…?
- Gratis – Se anticipó Alicia.
- ¡Tal cual!
- Y bueno Carmencita, así está el país.
- Después se quejan de que no hay recursos y del canje, los bonos de deudas y que se yo...
- Y finalmente pagamos el pato nosotros con el aumento de los impuestos.
- Sí, lo mismo le comentaba anoche al gordo. Esto es una locura…- dijo Carmen, mientras cruzaba las piernas y advertía unas macetas agrupadas, una pequeña fuente y un par de esculturas.
- ¡Pero qué lindo te quedó el jardín Feng shui! – Exclamó con gran histrionismo.
- ¿Viste? ¿Te gusta? Lo terminamos hace poquito…
“No te la esperabas” pensó maliciosamente Alicia.
- Sí, una maravilla.
La dueña de casa dejó la taza apoyada sobre la mesa, se levantó del asiento y le pidió a su vecina que la siguiera.
- Vení, quiero que sientas las fuerzas positivas…
Carmen se paró, tomó otro sconcito y la siguió.
- Mirá, sentí…- Ambas se pararon sobre el jardín – Cerrá los ojos.
Carmen cerró los ojos.
- ¿Sentís el flujo del chi benéfico?
Carmen se tomó unos segundos antes de responder. ¡Qué bronca tenía!
- ¿Lo sentís? – Insistió Alicia.
- Totalmente.
- Las plantas y la fuente de agua son símbolos de paz y armonía.
- ¡Qué maravilla!
- Y no sabés lo que me costó convencerlo a Eduardo. Recién ahora me está dando la razón. ¿A vos te parece?
Alicia tomó por el brazo a su vecina y la condujo nuevamente a la galería.
- Bueno, por lo menos te dio el gusto. ¡Hace bastante que yo tenía pensado hacerlo, eh! Pero Carlos se negó rotundamente.
- ¿En serio me decís? ¡Lo que se pierde!
“Vieja espantosa, no sabe como subestimar mi proyecto” dijo hacia sus adentros la dueña de casa.
- Si…
- Vos deberías contarle lo que viviste esta tarde aquí ¿Sentías la paz, no?
- Sí, pero…
-¡Contale querida! No sabés la armonía que trajo a esta familia. Hasta Carlos dice que estoy hecha una seda…
- ¡Jaja! Si, si… a mi me encantaría, quizá para más adelante.
-¡No Carmencita! ¿Cómo que para más adelante?
- Es que ahora estamos con otros proyectos.
“¿Otros proyectos?” pensó furiosa Alicia “No sabe como opacar mi jardín e inventa cualquier cosa”. Finalmente puso los labios como un paraguas abierto y preguntó:
- ¿Así? ¡Qué interesante!
- Si, si…
- ¿Y cuales son esos proyectos? Si se pueden contar, ¿No?
- ¡Jajaja! Sí, ¿Cómo no se van a poder contar?... Mudarnos – respondió Carmen.
- ¿Mudarse? – preguntó Alicia a los gritos.
- ¿Sabés que ocurre querida? Todos esos beneficios que obtuvimos hace diez años al mudarnos a Pilar ya no existen. Antes el gordo llegaba a la city en treinta minutos, hoy tarda hora y media. ¡Hay countries por donde mires en la zona norte! ¡Es un horror!...
Alicia entrecerró los ojos. No creía que esa fuera la verdadera razón.
-… Pero te soy sincera – Dijo Carmen - La realidad es que tenemos mucho miedo. Esto no da para más. Somos carne de cañón. Ya no es lo mismo que antes. Hace un par de semanas le robaron a una tía de Haydee. Los despertaron tres hombres encapuchados a las cuatro de la mañana. El primo de Haydee, Dieguito, que escuchó todo desde el cuarto del segundo piso, hizo a tiempo y pudo avisarle a la vigilancia; pero éstos llegaron cuando los chorros se estaban yendo ¿Lo podés creer?
- ¿Y no los atraparon?
- Ni siquiera les dispararon.
- ¿Cómo?
- Un guardia tuvo a uno en la mira pero no le disparó…
- ¿Porqué?
- No sé… dijo algo como que podía llegar a tener problemas legales.
- ¡Pero que estúpido! Le hubiera disparado igual.
- ¡Claro! Uno menos.
- ¡Tal cual!
El té comenzaba a enfriarse.
- Ya no podés dejar las ventanas abiertas.
- ¿Pero les parece mudarse? Déjense llevar por la vida Feng Shui y olvídense de todo…
-… y lo peor de la situación es que pagamos muchísimo dinero en expensas... ¿Y? ¿Dónde está la seguridad?...
- Bueno, pero ese dinero también va para el House, las canchas de tenis, el campo de golf...
- ¡Dejame de hinchar! Cualquier negrito salta los alambrados y te mata.
Alicia guardó silencio, luego dijo:
-...pero Carmencita, hoy hasta en el San Carlos te sentís vulnerable....creo que irse no es la solución. ¿No viste como están las cosas afuera? ¿No ves televisión?
Carmen sonrió, su vecina le había dado el puntapié para iniciar su contraataque.
- Claro, claro que miro.
Luego apoyó la taza sobre la mesa y sacó del interior de la cartera un folleto.
“Esta me quería refregar un jardincito cualunque” Pensó triunfante Carmen.
- Mirá…- Alicia lo tomó con celos - Es un emprendimiento del socio de Mauricio, el amigo del gordo.
Alicia abrió el folleto y lo miró sin ver.
- Es un proyecto muy ambicioso. Un nuevo estilo de vida… - Carmen sonrió olvidándose de las arrugas- … Ahí mismo nos vamos a mudar. Somos los primeros propietarios. ¿Lo podés creer?
- ¡Ah! – Abrió la boca y dejó escapar un poco de rencor contenido - ¿Y cómo se llama che?
- Ahí dice…fijate
- ¿Fuertes de Ezeiza?
- Sí, fuertes de Ezeiza. Un concepto totalmente nuevo en seguridad de barrios privados, ¡¡Si lo vieras te mudás ya!!
- No Carmen, yo estoy en paz y armonía con mi jardín. Vos lo sentiste. Me parece que a ustedes les falta eso…- Insistió con entereza, tratando de persuadirla.
- No, primero dejame estar protegida por muros de siete metros de altura, con guardias fuertemente armados exclusivos para cada propietario, alambres electrificados con alto voltaje, censores láser por todo el perímetro del fuerte.
- ¿Fuerte?
- Sí, fuerte. Así le decimos con Haydee, a Teresita también la invité a sumarse al proyecto…
De pronto se produjo un silencio incómodo. Alicia no podía tolerar aquella vejación. Su jardín opacado por un “fuerte” inerte y sin vida.
- ¡Marta! Traenos un poco más de té caliente, querés!
- No, no, no…por mí está bien amorosa. Ya me voy. Está por llegar el gordo.
Alicia sintió un nudo en la garganta.
- Como quieras querida – Dijo indiferente, con una sonrisita.
- Chau, muy lindo el Feng Shui.


Ya entrada la noche, sentados en el comedor de la casa, Alicia y Eduardo esperaban por la cena. En el ambiente reinaba un silencio inusual.
- ¿Qué hay de comer? – preguntó un Eduardo hambriento para romper con aquel mutismo.
Alicia saltó de la silla.
- ¿Qué hay de comer? ¿Qué hay de comer me preguntás vos? Siempre preocupado por estupideces Eduardo ¿Nunca te pusiste a pensar si aquí estamos seguros? ¿Eh? ¿Nunca?
La mujer se paró, dio media vuelta y se fue.
En ese mismo instante entraba la empleada con la comida. Eduardo, que quedó atónito por la reacción de su esposa la miró y le dijo:
- Menos mal que con el Feng shui dichoso todo iba a ser paz y armonía.
Marta, inmutable ante el comentario, sirvió los espaguetis, dejó la fuente en la mesa y se fue a la cocina con una sonrisa.